Las esponjas se han convertido en un utensilio indispensable para cualquier casa. Cada baño o cocina tiene, por lo menos, una en la que confiamos nuestra limpieza. A raíz de lo necesarias que son en nuestra vida diaria, nace la pregunta ¿hay alguna alternativa que genere el menor impacto ambiental? esto debido a que las esponjas más comunes son las desechables.
Cuando hablamos de las esponjas desechables nos referimos a las clásicas esponjas de color amarillo que podemos encontrar en los supermercados. Estas están compuestas de espuma de poliestireno, un material plástico que es derivado del petróleo, además de desinfectantes sintéticos. Uno de los problemas que significa el uso de esta esponja es que al desgastarse suelta microfibras, que al irse por el agua termina en los ríos u océanos, siendo ingeridas por los animales marinos. Por último, no es posible su reciclaje o compostaje.
Luffa, la opción compostable
Hace ya un tiempo, se han popularizado las esponjas de luffa, pero ¿qué son? Cuando hablamos de esta alternativa nos referimos a una esponja de origen vegetal 100% natural, biodegradable y compostable. La luffa es un tipo de planta tropical que requiere abundante calor y humedad para poder desarrollarse. Cuando el fruto de la luffa madura obtenemos un material fibroso que es el utilizado como esponja vegetal.
En la cocina, la luffa es una de las opciones más viables si se quiere reducir el impacto que se tiene en el medio ambiente, respecto de la más común que es la esponja amarilla, esto debido a que:
El uso de la luffa no se limita a la cocina, ya que puede ser utilizada como esponja para aseo personal. En este ámbito, la esponja vegetal es un exfoliante natural, además de eliminar células muertas, actúa como relajante muscular, estimula la circulación sanguínea y previene el acné.
La luffa, al ser una esponja de origen vegetal debe tener algunos cuidados. Francisca Lucero, dueña de la página Vida Sustentable Chile, cuenta uno de los cuidados que debe tener esta esponja: “El único cuidado especial que yo le doy es preocuparme de estrujarla bien al terminar de ocuparla para que no conserve tanta humedad, y si al final de su vida útil la compostarás o vermicompostarás es importante enjuagarla muy bien si es que usas lavalozas clásico. Si usas biodegradables con un enjuague rápido basta”.
Sumado al consejo anterior, también se destaca tener cuidado con la ubicación, preferentemente se deben dejar en un lugar seco, para así no acumular humedad. Además de estar pendiente del color y olor de ésta, ya que al momento de cambiar de color o expeler mal olor es momento de remplazarla por otra.
“Las conocí en la academia basura cero hace 2 años, cuando se presentó como una alternativa a la esponja clásica. Después de esto, comencé a comercializarlas con mi emprendimientos de productos reutilizables. Mi experiencia ha sido buena, la luffa es una esponja de excelente calidad, ni muy suave, ni muy áspera por lo que puede limpiar perfectamente desde una cuchara hasta una olla. Además, sólo compras una y puedes porcionarla y sacar 4 o 5 esponjas de un mismo fruto”, responde Francisca Lucero, respecto a su experiencia con las esponjas vegetales.