Si bien las plantas no tienen la capacidad de sentir dolor, producto de la ausencia de un sistema nervioso central, diversas investigaciones han concluido que sí son capaces de detectar estímulos y responder a ellos. Por eso, en este artículo citaremos los principales tips que te ayudarán a mejorar su bienestar.

Por Daniel Madariaga Urrutia.

A partir de mediados del siglo XIX, las y los científicos comenzaron a cuestionarse qué pasa realmente con las plantas, si sufren, sienten, se emocionan e, incluso, si gritan. Han sido muchos los estudios y también las conclusiones al respecto, y a pesar de que en muchas ocasiones no ha habido consenso al interior de la comunidad científica, actualmente se puede decir que las plantas sí responden a ciertos estímulos. Esos estímulos, en caso de ser positivos, podrían ayudar a que nuestras plantas estén más felices, crezcan más sanas y tengan un mejor color.

Según escribió el fallecido botanista Fernand Lequenne, “Si quieres forjar una relación cercana con tu jardín, antes que nada debes recordar que estás relacionándote con seres que viven y mueren”. A partir de esa información, tenemos que ser conscientes de que hay ciertas cosas que no podemos olvidar a la hora de tener una planta, ya sea de interior o exterior.

Lo primero, y más importante, siempre es la elección correcta de la planta. Al existir una gran diversidad, es claro que no todas las plantas necesitan los mismos cuidados y atención. Por ejemplo, las plantas de exterior suelen exigir mucha menos atención que las de interior. Además, si tenemos claro qué planta tenemos, sabremos con exactitud cuáles son los cuidados que necesita, cuánta agua y luz consume, y los procesos que vive en las distintas épocas del año.

El segundo punto es la decisión sobre el macetero a utilizar. Para esto, es necesario conocer cuál es el crecimiento de la planta y la humedad que necesita, así elegiremos el macetero del material y tamaño adecuado. Si la planta en cuestión necesita de un suelo húmedo, el macetero de plástico es el indicado, en cambio si necesita de un suelo con mayor drenaje, el macetero de arcilla es la opción correcta.

Lo siguiente es el riego justo y necesario. Eso, como dijimos anteriormente, va a depender del tipo de planta que tengamos, pero, de todas formas, hay un truco que suele funcionar bien para calcular la frecuencia de regado: introducir en la tierra un palo, si sale seco, hay que regar. También es clave tener en cuenta que las hojas de las plantas no necesitan ser regadas, ya que al hacerlo las exponemos a que les salgan hongos. 

Su lugar en tu hogar es sagrado. De acuerdo a sus necesidades, hay plantas para interior y exterior y, aunque no lo creamos, las plantas se ven afectadas por los cambios de temperatura y clima, lo que puede resultar en que no estén a gusto en determinado lugar. Por eso, se recomienda mantenerlas siempre en el mismo lugar.

Sumado a estos consejos técnicos, están las creencias populares, como hablarle a las plantas o, incluso, cantarles. En un comienzo, se decía que estas prácticas eran beneficiosas debido al intercambio de dióxido de carbono, pero con el paso de los años se descubrió que no es solo el intercambio de gases, sino que también el hecho de que las plantas pueden oírnos.

Según el medio La Vanguardia, diversos estudios han arrojado como resultado que “los ultrasonidos inducen la germinación en algunas especies y aceleran el metabolismo de las raíces de crisantemos, entre otros, o que un sonido audible afecta a los niveles de algunas hormonas de las plantas, cambia la expresión de determinados genes e induce la formación de ciertas sustancias con funciones de defensa y de cicatrización vegetal. Otros estudios sugieren que varias horas de sonido al día, a cierta frecuencia, aumentan la productividad de las hortalizas”.

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