Según la Universidad de Naciones Unidas, más de 1 millón de botellas de agua son vendidas en el mundo por minuto, y apenas el 9% de los envases se reciclan.
El 22 de marzo se conmemora el Día Mundial del Agua, un bien, en ocasiones, escaso. A julio del 2023, de acuerdo con el informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en conjunto con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), 2.200 millones de personas aún no tenían acceso a una fuente de agua potable segura.
En ese sentido, las razones sanitarias se han transformado en un argumento aceptado a la hora de consumir agua envasada. Sin embargo, recientes estudios alertan sobre los problemas que trae consigo el explosivo aumento de ventas de este producto. Quizás, al menos en nuestro país, la solución está más cerca de lo que se cree.
A principios del 2023, el Instituto para el Agua, el Medio Ambiente y la Salud de la Universidad de Naciones Unidas publicó los resultados de un estudio realizado a la industria del agua embotellada, y las cifras resultan alarmantes: por minuto, se venden más de 1 millón de botellas de agua alrededor del mundo; solo el 9% de esos envases se reciclan; el precio del agua envasada puede llegar a ser hasta 1.500 veces mayor si se compara con el de la llave.
Si se pone la lupa en Chile, el panorama no es muy alentador. Nuestro país aparece como el noveno a nivel mundial que más dinero gasta, per cápita, por este producto. Y esas estadísticas pueden relacionarse a las entregadas por Oceana Chile, que advierte que el 75% de los desechos que se encuentran en nuestras playas corresponden a plásticos, en su mayoría de un solo uso.
«Llevar tu propia botella de agua reutilizable es una práctica simple pero poderosa, que nos ofrece una manera práctica y efectiva que contribuye significativamente a la conservación del medio ambiente y la reducción de residuos plásticos», señala Tamara Ortega, Directora Ejecutiva de Fundación Basura, en relación a la conmemoración del Día Mundial del Agua del próximo 22 de marzo.
Pero el impacto medioambiental de la industria del agua embotellada no es el único que preocupa a la ciencia. Un análisis realizado por investigadores de la Universidad de Chile advirtió de la presencia de microplásticos en las aguas embotelladas de 12 marcas que se distribuyen en la Región Metropolitana, lo que podría transformarse en nocivos efectos para los consumidores.
Si bien desde la Universidad de Naciones Unidas se apunta a los sistemas públicos como los culpables del crecimiento de la industria del agua envasada, al no proveer agua potable de calidad para todos, la situación en Chile es totalmente la contraria.
«En Latinoamérica hay pocos países donde se puede tomar agua de la llave de forma segura. Chile es destacado no solo a nivel latinoamericano, sino que a nivel mundial en términos de la calidad del agua de la llave» , advirtió el ingeniero civil hidráulico Álvaro Sola, a través de un webinar realizado junto a Fundación Basura.
De hecho, el jefe de División de Concesiones de la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS) afirmó que la norma que regula el tratamiento del agua potable en el país «está bastante actualizada en términos de los requisitos que son comunes en el mundo, que son los más exigentes. Es decir, es una muy buena agua» .
Respecto a los distintos sabores que tiene el agua de la llave dependiendo del lugar del país en que se toma, sostuvo que eso se debe a las diferentes cantidades de uno u otro mineral presentes en su composición, pero que en ningún caso eso puede llegar a afectar la salud de las personas. Es más, según Sola, «uno no puede tomar agua pura. El agua absolutamente pura hay que mineralizarla».
Una buena alternativa para consumir agua de la llave en todo momento y lugar son los productos Puur, marca chilena que se dedica a la confección de botellas y vasos térmicos de acero inoxidable. “La finalidad es promover una hidratación saludable, tanto para las personas como para el planeta, y disminuir los plásticos de un solo uso”, cuenta Patricia Gallardo, fundadora de Puur.
En relación a los desafíos que enfrenta la empresa creada el 2017, Gallardo sostiene que “uno es el cambio cultural de acostumbrarse a llevar tu botella o contenedor en la vida diaria. No tenemos integrado el llevarla siempre que salimos de la casa”.