La economía circular es una tendencia que ha cobrado fuerza en los últimos años en diferentes ámbitos y la moda no es la excepción. La economía circular en la moda busca alargar la vida útil de las prendas, generando empleo y reduciendo emisiones de CO2 y residuos al sustituir la elaboración de una prenda nueva. Sin embargo, las exportaciones de prendas de segunda mano pueden generar impactos negativos en los mercados de destino si son de mala calidad, ya que la ropa no deseada termina en vertederos o en quemas junto con otros desechos generando contaminación. El comercio internacional juega un papel importante en la circularidad de la ropa, pero también presenta retos y oportunidades que deben ser analizados.
En el evento organizado por la CEPAL, se debatió sobre el rol articulador del comercio internacional en la economía circular en la moda.
Primero, Natalia Papu, de Circle – Economy, presentó datos sobre la circularidad de la ropa de segunda mano en el mundo. Según sus datos, el 55% de los textiles recolectados en la UE se consideran aptos para el mercado de segunda mano. De eso, solo el 10% se vende en el mercado interno, el resto se exporta para su reutilización o reciclaje. En 2019, la UE exportó 1,7 millones de toneladas de textiles y ropa usados. Además, el 26% de los textiles recolectados no son reutilizables, y la mayoría de ellos terminan en vertederos o en quemas.
Por su parte, Lorena Palomo, consultora de UNECE, habló sobre el impacto del comercio de ropa usada en América Latina. Los principales importadores en América Latina son Chile con 126,347 millones de toneladas, Guatemala (130) y Honduras (65.9). En paralelo, las principales exportaciones de ropa usada con destino a Latinoamérica provienen de países como Estados Unidos, China, Reino Unido y Alemania. Se recomendó que los desechos textiles se queden en el país de origen y que, si se comercializa la ropa usada para ser reutilizada, se trabaje con países exportadores para que la ropa venga ordenada y clasificada.
Beatriz O’Brien, consultora de la CEPAL, presentó otras cifras relevantes. La producción de indumentaria se duplicó entre el año 2000 y 2015, y se espera que la producción siga aumentando. Sin embargo, el uso de ropa ha disminuido un 36% en los últimos 15 años. La generación de desechos textiles también aumentará en los próximos años y O’Brien destacó la multiplicación de los basurales textiles ubicados en las inmediaciones de la ciudad de Alto Hospicio.
Por último, Cristian Molina Silva, Director Regional de Aduanas y Richard Villarroel, Fiscalizador del Dpto. de Aduana Zona Franca, presentaron el rol de la Aduana en el comercio de ropa de segunda mano en Iquique. Su responsabilidad principal es la fiscalización y facilitación del comercio exterior. Garantiza que la ropa usada que se exporta e importa cumpla con los estándares de calidad y que no perjudique la salud de los ciudadanos.
Así, durante la conferencia, se discutió ampliamente el impacto ambiental de la industria de la moda y se destacó el papel fundamental que el comercio internacional tiene en la circularidad de la ropa a nivel mundial. Como solución, se propuso la creación de nuevos incentivos para reducir los impactos ambientales, especialmente en el desierto de Atacama en Chile.
Artículo escrito por Iris Arnould