Suena el despertador, mucho después de haber abierto los ojos a la conciencia del ser presente, pues mi cuerpo treintañero me hace atestiguar en contra de mi voluntad el primer rayo de sol que toca la ventana. No puedo evitarlo. Me incorporo a regañadientes, con un estiramiento y un bostezo profundo.
Una vez en la bicicleta, el sol en la espalda y los sueños por delante, comienzo el viaje junto a tantas más en la misma búsqueda. Suena el bocinazo del taxista mañanero que lucha por el espacio y el tiempo de llegada. Escucho el motor de la micro avanzando con el verde en las pupilas. Click para ingresar al zoom para la reunión de equipo.
Cierro la puerta del microondas que pita para saborear el almuerzo. Bajo la tapa del computador con el cuerpo y mente cansados que se inician el transporte hacia el mate de fin de tarde en un día con un poco menos de suerte pues mi rueda no respira.
Mi plan B es bajar al metro donde el chirrido de las puertas sobre mi cabeza toca una tonada melancólica que me hace desear estar en la cama o en la silla del balcón a la hora de oro. Me traen a la sonora realidad la primera ronda de canciones, la segunda pasada de tres superocho a luca y la tercera alerta de cierre de puertas. Oli Miglioli me canta con suavidad y ternura en Llueven a través del parlante de la mesita de mi casa y mi cabeza retumbante sigue consciente del ruido que ingresó a través de mis oídos llorantes.
Y es que cada día, cada hora, cada minuto, cada presente, suena. Y me pregunto, ¿puede quien conduce ese bus elegir olvidar el pitido de la parada solicitada? ¿Tienen una mejor opción quienes hacen música en el vagón? ¿Cuán difícil es para las personas sin audición recibir los mensajes que son mayoritariamente enviados con ruido? ¿Cómo conviven las personas con hipersensibilidad auditiva? ¿Qué espacio hay para la búsqueda de nuevas soluciones en sectores como la industria de la construcción? ¿Qué tan responsables y solidarias son las personas al usar las bocinas de sus autos? ¿Tenemos conciencia del efecto que tiene, precisamente, el ruido en nuestra salud mental y calidad de vida?
Y como se que muchas de estas preguntas no tienen aún respuesta, lo que quisiera realmente saber es, ¿qué te sientes tú? o, mejor dicho ¿qué sientes cuando oyes? y ¿qué podemos hacer al respecto?
Por Macarena Guajardo Mavroski
Directora ejecutiva y fundadora
Fundación Basura