Las lluvias intensas y las catástrofes climáticas no solo causan daños inmediatos y visibles, sino que también tienen efectos secundarios significativos en nuestros ecosistemas marinos. Uno de los problemas más serios es la acumulación de residuos domiciliarios en las playas, lo cual afecta gravemente a la vida marina y a los ecosistemas costeros. La pregunta es: ¿cómo llegan esos residuos hasta allí?
Durante las fuertes lluvias que se han registrado en el país en las últimas semanas, el agua arrastró una variedad de residuos desde las áreas urbanas hasta los sistemas de drenaje, que finalmente desembocan en ríos y océanos. En muchos casos, los sistemas de alcantarillado no están preparados para filtrar estos desechos, resultando en que grandes cantidades de residuos son arrastrados por las cuencas hasta las playas, causando problemas tanto en el camino como en su destino, un destino totalmente inusual.
¿Y esos residuos, de dónde vienen?, ¿A quién pertenecen? Unas de mis actividades conscientes favoritas (término acuñado por mi) es la limpieza de playas. Con cada residuo que recoges, te das cuenta de cómo te identificas. De alguna u otra forma, ese residuo es “tuyo”, es parte de nuestro nivel de consumo, y debemos ser conscientes de ello.
Todas las personas somos responsables. Los hogares con sus desechos domésticos son uno de los mayores generadores de esos residuos que terminan en el océano. Los comercios, como tiendas, restaurantes y centros comerciales, generan una gran cantidad de residuos, al igual que la industria de la construcción y demolición, que produce escombros y desechos. Todo esto, si no se gestiona adecuadamente, puede ser arrastrado por las lluvias y llegar a los océanos.
Es increíble lo que te puedes llegar a encontrar: residuos de gran magnitud como sillones, refrigeradores, televisores y más pequeños como las tan famosas colillas de cigarro y encendedores. ¿Sabías que una colilla de cigarro demora cinco años en degradarse y una sola colilla puede contaminar ocho litros de agua? La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que alrededor del 70% de los cigarros consumidos diariamente en el mundo son desechados en el medioambiente, lo que equivale a 4,5 trillones de colillas de cigarrillos eliminadas al ambiente cada año
Pero no quiero desviarme de lo principal. La contaminación y cómo estos residuos pueden llegar ahí, ya lo sabemos en conceptos geográficos y físicos. Pero, ¿qué pasa con nuestra conducta? ¿Cómo es que pensamos que si boto algo, desaparece del planeta, y no solo de nuestra vista? Y otro cuestionamiento: ¿cómo es que consumimos tanto sin pensar que el planeta tiene límites? Sí, la Tierra es muy grande, pero infinita es una diferencia.
Hablamos con Liliana Plaza, defensora y activista del Humedal Ojos de Mar y miembro de la Fundación que lleva el mismo nombre, quien vive en carne propia el desastre que queda en las playas de la desembocadura del río Maipo.
Liliana comenta: «Hace poco tiempo, entre unos 80 voluntarios, sacamos más de una tonelada y media de basura en una mañana. Y hoy hay aproximadamente 20 veces más de lo que sacamos ese día». Este deterioro es impactante para los residentes locales, quienes anteriormente disfrutaban de una playa limpia. La contaminación ha afectado tanto el disfrute de los espacios naturales como la capacidad de las organizaciones locales para promover y proteger estos sitios.
La contaminación deteriora la fauna y flora local. Según la activista, se han encontrado «varias especies muertas, producto de plásticos, como taguas, un pimpollo enredado en malla y pilpilenes recién nacidos, que, al comer plástico, mueren a muy temprana edad. Hemos visto también culebras cola corta dentro de una lata de bebida. La situación es grave y podemos ver que bajo las capas de basura está la vegetación del humedal, afectando a la biodiversidad de la zona”.
El impacto de la contaminación es ambiental y, también, financiero. La comunidad local ha visto una disminución en las actividades económicas relacionadas con la playa. Plaza comenta que «hay un impacto en las personas que se dedicaban a vender en la playa durante el verano. Desde el año pasado, no pudimos tener la playa al 100%, vino muy poca gente y quienes vendían no pudieron hacerlo». Incluso los pescadores tenían bloqueado el paso hacia la playa por la cantidad de ramas que llegaba hasta el sector.
Como respuesta a esta crisis, Liliana sostiene: «Las medidas que hemos tomado como organización es divulgar sobre la cantidad de plástico que está llegando, generar notas de prensa, redes sociales, apoyarnos con otras organizaciones ambientales como la Fundación Cosmos; también se han organizado jornadas de limpieza, con el apoyo de universidades de Santiago que envían sus voluntarios. Sin este apoyo, la cantidad de basura sería aún mayor”. Estas acciones no solo ayudan a limpiar, sino también a sensibilizar a la comunidad sobre la importancia de mantener limpias las playas y humedales.
Para lograr una protección efectiva y sostenible de estos ecosistemas, la experta enfatiza en la necesidad de cambios en las políticas y una mejor gestión de las cuencas. «No es posible que no haya una coordinación entre los municipios que están cuenca arriba sobre los temas de limpieza, de residuos, también tenemos mucha contaminación agrícola que no se regule estos temas, la ley de uso de plástico que no se ha llevado a cabo», afirma al respecto. La falta de aplicación de políticas existentes y la falta de coordinación entre municipios contribuyen significativamente a la crisis ambiental.
Eventos como huracanes y tormentas diseminan residuos a lo largo de las áreas costeras. Estas catástrofes causan destrucción inmediata y un impacto prolongado en el ambiente marino debido a los desechos en las playas.
Muchos animales marinos confunden los plásticos con alimento, sufriendo bloqueos digestivos o intoxicaciones. Las redes y otros plásticos pueden enredarlos, limitando su movimiento y llevándolos a la muerte. La calidad del agua se deteriora, afectando a todos los organismos que dependen de ella. La cadena alimentaria se altera, con consecuencias a largo plazo para la biodiversidad y la salud planetaria.
La protección de playas y humedales requiere colaboración comunitaria. En Fundación Basura llevamos a cabo el proyecto Chao Basurales, que invita a participar en la limpieza de microbasurales y generar espacios para intervenciones artísticas, demostrando cómo la colaboración puede revitalizar estos ecosistemas. Con el compromiso y las políticas adecuadas, podemos proteger estos entornos para el futuro.
Pamela Bravo – Colaboradora de Fundación Basura.