Si miramos a la naturaleza, no existe tal cosa como “algo que no sirva”. En ella todo puede ser reintegrado y revalorizado por otros organismos, respondiendo a ciclos recursivos e interconectados innatos. La interdependencia de los elementos naturales y seres vivos se evidencia día a día, desde que una manzana cae del árbol para luego degradarse y devolver los nutrientes al suelo, hasta las toneladas de sales y arena que viajan desde el norte de África a fertilizar el Amazonas, para luego evaporarse, convertirse en hielo y depositarse en el fondo del océano hasta convertirse en desierto. Nuestra especie simplemente ha decidido crear el concepto de “basura” para denominar a aquellas cosas frente a las cuales no ha encontrado solución. Lo positivo es que está en nuestras mentes y en nuestras manos, dejar de generarla.

“La producción, el consumo y el tratamiento de todos los bienes en el mundo es responsable del 62% de las emisiones de gases de efecto invernadero” (Claire Airkin, 2019). Nuestros residuos están, por tanto, directamente relacionados al calentamiento global y, por ende, a la actual Crisis Climática, que debe su aceleramiento a la acción antropogénica, desequilibrando nuestro entorno, el medio ambiente y nuestra salud, haciendo incompatible nuestra existencia con la de otros seres vivos (IPCC, 2019). La ambición por el crecimiento económico conduce al sobreconsumo de bienes y servicios, incrementando los desechos, disminuyendo los espacios naturales, la vegetación y, a su vez, aumentando las emisiones (UNEP, 2015). Nos sumamos al llamado de una comunidad de más de 11 mil científicos que han declarado emergencia climática.

“La idea de valor intrínseco sostiene que existen atributos que son independientes de los seres humanos y permanecen aún en ausencia de éstos. En un mundo sin personas, las plantas y animales continuarán con su marcha evolutiva y estarán inmersos en sus contextos ecológicos, y esa manifestación de la vida es un valor en sí mismo. Esta perspectiva es denominada biocentrismo, en atención a su énfasis en valorar todas las formas de vida, tanto humanas como no-humanas” (Gudynas, 2010). La existencia humana debe alinearse al biocentrismo y ambientalismo, extendiendo a todos los organismos vivos una posición moral equilibrada, eliminando las supremacías entre especies, estableciendo que todos los organismos son parte de la misma comunidad ecológica y moral (DesJardins, 2015). Un día dejaremos de existir como personas, como especie. El Biocentrismo es un llamado a recordar que habrá otros seres acá luego de nuestra partida y vemos como nuestra responsabilidad, dejar en buen estado para los que vendrán con el tiempo.

A lo largo de la historia, la especie humana ha transformado su relación con la naturaleza, hoy posicionándose como “propietaria” de ella. Los modos de apropiación que sustentan nuestros sistemas de producción y consumo contribuyen a la visión del entorno como un suministro a nuestra disposición, un recurso. Para avanzar hacia la comprensión de que la naturaleza no nos pertenece, sino que esta especie pertenece a ella y debe respetar ese equilibrio para asegurar su propia subsistencia, es que hablamos de “elementos” naturales. Este permite establecer una relación - a través del lenguaje y la cultura - que permite evitar ejercer la ilusión de soberanía.

Sumak Kawsay en Quechua, Suma Qamaña en Aymara o Buen Vivir en la traducción más difundida, representa una cosmovisión construida a través de muchos años por los pueblos altiplánicos de los Andes (De la Cuadra, Fernando, 2015), que recoge una visión de mundo centrada en el ser humano, bajo una lógica de convivencia armoniosa entre sí con la naturaleza, respetando otras creencias y reconociendo la existencia de diferentes valores. (de la Cuadra 2015). Si deseamos realizar cualquier aporte en términos de sustentabilidad, si queremos limpiar las playas, reducir nuestra huella de carbono, generar menos basura; es porque entendemos que hay una visión de mundo más allá de las cosas, uno donde los seres vivos se respetan entre sí y colaboran para sostener una manera de vivir en equilibrio.

Las mujeres serán mayoría entre los 50-200 millones de refugiados climáticos (80 % de mujeres y niños) que, hasta 2050, se prevé que intentarán escapar de los impactos del cambio climático en su entorno (CCCBLAB). Por esta razón, decidimos tomar un enfoque de género en nuestros proyectos e iniciativas, procurando beneficiar al sector para potenciar el impacto que potenciales aprendizajes podrían tener en la vida diaria de las mujeres, sus familias y comunidades.

Propuesta realizada por la sociedad civil en distintas comunidades a nivel mundial basada en una concepción de vida donde no se generan residuos. Esto puede ser logrado cambiando los modos de apropiación y consumo por uno que permita generar sólo lo necesario, conservar materiales a lo largo de las cadenas productivas, fomentar la participación ciudadana, el trabajo con recicladores base y la transformación de estas ideas en políticas públicas. Su implementación práctica incluyen abogar por el rediseño de productos y métodos de producción para eliminar el desperdicio, y resistir el relleno sanitario y la incineración para forzar la innovación en la conservación y la gestión de recursos (ZWIA n.d).

Evitar la generación de residuos es una de las acciones de mayor impacto que pueden tomarse. Definida como una estrategia “aguas arriba”, es decir, aquella que persigue la regulación, el rediseño, la reducción y el rechazo; con el objetivo de ahorrar recursos económicos en la gestión o disposición final de los residuos. Gran porcentaje del presupuesto municipal suele estar destinado a camiones cruzando la ciudada transportando “basura”, lo que podría ser destinado a otro tipo de iniciativas de educación, salud o bienestar. El reciclaje no es una solución al problema como tal y está ubicada como una de las estrategias que menos contribuye a la reducción de emisiones a nivel global. Son, a nuestro parecer, aquellas acciones preventivas las que tendrán más y mejores resultados.

También conocida como Waste To Energy (WTE), es aquel tratamiento de residuos bajo altas temperaturas para generar energía eléctrica, el cual, además de emitir toxinas como dioxinas y furanos que afectan directamente a la salud, destruye material de valor que podría haberse reutilizado o reciclado. Esta alternativa no es más que una manera de ocultar el problema de la basura debajo de la alfombra, así como cualquiera de sus variaciones (gasificación, plasma, co procesamiento, etc.) que pueden o no generar residuos sólidos (por cada tonelada de residuos incinerados, una tonelada de cenizas) o residuos gaseosos, pero siguen fomentando el sistema de producción y consumo lineales que sustenta el sobregiro ecológico que vive nuestra generación.

Aquellas personas que piensan más allá de la individualidad dirigiéndose hacía un buen vivir común. Aquellas personas con pensamiento colectivo que muchas veces conlleva expresar aquello que, en ocasiones, puede ser incómodo de comunicar, puesto que implica un cambio en la conducta o la modificación de un hábito de una persona que podría estar dañando el entorno sin saberlo o a plena conciencia. Y es que así también es como se genera la cultura, compartiendo el conocimiento, de manera amigable y respetuosa. Algo importante de ser pues, si no hay aguafiestas hoy, no habrá fiesta que aguar mañana.