La teoría de la ventana rota se desarrolló a partir del experimento realizado en 1969 por el psicólogo social de la Universidad de Stanford, Philip Zimbardo. En este experimento, Zimbardo dejó dos autos con ventanas dañadas, uno en una zona popular y otro en una zona de élite, y en ambos casos, los autos abandonados recibieron mayores golpes. Sin embargo, cuando probó abandonar autos en perfecto estado, no sucedió lo mismo.
Posteriormente, en 1982, James Q. Wilson y George Kelling desarrollaron la teoría, que sugiere que la presencia de señales de desorden en un vecindario o área urbana puede llevar a un aumento en la delincuencia y los comportamientos antisociales. Según esta teoría, si una comunidad no cuida su entorno, se puede enviar una señal de que las normas sociales no son respetadas en la comunidad. Esto puede fomentar el comportamiento delictivo y el desorden. Por lo tanto, los autores de la teoría proponen que el mantenimiento y la mejora del entorno físico y social de una comunidad, como la reparación de ventanas rotas y la limpieza de graffitis, pueden ser útiles para prevenir el delito y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
También podemos aplicar esta teoría a situaciones cotidianas como el manejo de la basura en la vía pública. La teoría sugiere que nuestras acciones y comportamientos influyen en el comportamiento de los demás, aunque no nos demos cuenta. Si tiramos basura en la calle o en los espacios públicos, otros pueden pensar que está bien hacerlo y seguir nuestro ejemplo, lo que participa en la creación de microbasurales. Por lo tanto, la teoría de la ventana rota destaca la importancia de la responsabilidad individual en la prevención del delito y el desorden. Cada uno de nosotros puede hacer nuestra parte para mejorar nuestro entorno y mantener las normas sociales.
En consonancia con la teoría de la ventana rota, la Fundación Basura ha desarrollado el proyecto Chao Basurales, enfocado en recuperar espacios públicos a través de la participación activa de la comunidad. Esta iniciativa implica la limpieza de los microbasurales y su posterior transformación en murales.