Autor: Ignacio Oliva.
A veinte minutos en tren del balneario de San Sebastián, País Vasco, España, se encuentra Hernani, municipio que ha tomado relevancia global al ser un referente en el manejo de sus residuos. Esta ciudad decidió repensar la forma en la que manejaban su basura y desechos, para convertirse en la primera ciudad residuo cero del mundo.
“No hemos prohibido las bolsas plásticas, pero su uso disminuye rápidamente. Estamos en constante campaña de concientización”, anticipa Luis Intxauspe, profesor de 46 años y alcalde de la ciudad. Mientras saluda a distintos colaboradores y concejales, entra en su despacho: una amplia sala ubicada en el segundo piso de la Casa Consistorial, desde donde se ve la antigua ciudad amurallada en su totalidad. No es necesario disculparse por no saber euskera, advierte el alcalde, ya que no hay problema con tener la reunión en lengua castellana.
El origen del proyecto de basura cero es innegable: Los movimientos sociales. El País Vasco ha enfrentado durante los últimos años fuertes presiones económicas para instalar una planta incineradora de residuos [1] en alguna de sus ciudades. Frente al grave riesgo ambiental y a la salud de provocan estas plantas, diversas agrupaciones han frenado su instalación en sus respectivos municipios.
Ante esto, Hernani decidió ir más allá y enfrentar proactivamente el problema: Una incineradora no tiene lugar en una comunidad donde no se generan residuos.
Es así como esta alcaldía asumió como desafío político el manejo de sus residuos. El año 2011, Luis resultó electo, impulsando esta transformación basándose en la teoría de “Zero Waste” propuesta por Paul Connett.
La clave del éxito ha sido la separación de los residuos en el origen y la recogida de basura “casa a casa”. Cada vivienda cuenta con contenedores donde deben ser depositados de forma separada los distintos tipos de residuos generados, los cuales son divididos entre materia orgánica, envases ligeros, vidrio, papel y cartón y aquellos productos que no puedan ser reciclados. De esta forma, cada tipo de deshecho es retirado durante un día específico de la semana.
Junto con esto, el municipio regala cada tres años bolsas reutilizables para realizar las compras y tuppers o potes plásticos, para portar pescado y carne. Por su parte, los padres de cada niño que nace reciben 5 pañales reutilizables que pueden ser utilizados durante toda la infancia del bebé.
Para complementar estas políticas, el municipio trabaja constantemente en la educación de la población. Sus tres ejes de acción son pedagogía, información y conciencia. Con éstos, buscan generar un cambio de hábito permanente entre los habitantes de la ciudad. A esta iniciativa se suma la realización de un mercado de venta de ropa de segunda mano todos los meses y la promoción del comercio a granel de origen agroecológico.
Esta política ha ido acompañada de varias normativas. Desde el año 2012 se exige que todo edificio nuevo cuente con un cuarto para almacenar los residuos que allí se generen. Además, se hace un descuento del 25% al impuesto de retiro de residuos a aquellas viviendas que realicen compostaje de sus residuos orgánicos.
Los números hablan por sí solos. Luis exhibe con orgullo cómo Hernani redujo a la mitad los kilos de residuos generador por persona por año. De estos residuos, el 82% es reciclado o compostado, lo que ha tenido como resultado que sólo se generen 53 kilos de basura por habitante por año.
El desafío hoy es reducir ese resto de 18% de residuos no reciclados o compostados a 0. Es interesante notar que el 60% de éste corresponde a pañales y compresas, mientras que el 40% restante corresponde a escombros y materiales no reutilizables.
“¿Y qué hacemos con el pescado?”. Participación ciudadana e innovación para la ciudad
Luis es enfático en recalcar que la clave del éxito del proyecto fue el año que tuvieron para concientizar a la población en torno al proyecto. Fue un año de asambleas vecinales, donde tomaban un basurero, lo vaciaban sobre la mesa y separaban los residuos uno por uno. A su vez, se dispuso de teléfonos de ayuda para responder a todas las preguntas que surgiesen.
“La mayor preocupación de los vecinos era qué iban a hacer con el pescado”. Si debían almacenar productos de origen orgánico por varios días, el pescado iba a empezar a oler mal e iba a ser un problema. Como los mismos vecinos votaron y decidieron qué día se retiraría cada tipo de residuo, se acordó retirar los productos orgánicos los días miércoles, viernes y domingo. “Retirando el viernes y domingo, nos hacemos cargo del mayor consumo de pescado, que es durante los fines de semanas. Así, no alcanza a tomar mal olor”. Además, fueron los mismos vecinos quienes decidieron que los contenedores de residuos debían ser sacados de las viviendas a partir de las 19:00 hrs, para su posterior retiro a las 23:00 hrs.
A primera vista, el sistema implementado en Hernani parece más caro que el anterior. Ante esto, el alcalde aclara: “Estuve en Chile hace unos años y sé que esto les importa mucho al hablar de políticas públicas. Me lo advirtieron en cada foro al que fui. Te dejo en claro que el costo es el mismo”.
El municipio innovó en su forma de recolectar la basura. Se pasó de licitar la recolección de basura a contratar a funcionarios municipales que la retirasen día a día. La municipalidad hoy en día capitaliza los residuos que recicla o composta (82% del total) y, además, genera ahorros significativos al disminuir el uso del relleno sanitario. “El proyecto no es más caro, sólo innovamos en la forma de manejar nuestros residuos, compensando la contratación de personal extra con los ahorros generados. El beneficio económico es mayor si consideramos externalidades positivas generadas, como el contar con empleos de calidad y la disminución de nuestra huella de carbono”.
La recepción de la gente
El año 2015 Luis Intxauspe se presentó a la reelección siendo la única candidatura que proponía continuar con la política de retiro de residuos “puerta a puerta”. Los vecinos de Hernani respaldaron esta política, dando mayoría absoluta al EH Bildu, su coalición política, en el consejo municipal.
En la pescadería la gente se muestra conforme con el proyecto. Las personas usan su pote de plástico para comprar pescado, aunque reconocen que, si se trata de una compra no planificada, es difícil que lo anden trayendo. Sólo en estos por lo que en esos casos piden bolsas plásticas. “El tupper (pote) es una gran opción. Es más limpio, no mancha y no tiene olor” afirma la señora que atiende el local.
La discusión sobre el residuo cero se ha extendido por todo el País Vasco y los distintos municipios que lo conforman discuten la posibilidad de implementar sistemas de retiro puerta a puerta. “En Hernani, una municipalidad de 20.000 personas, es factible, pero en una ciudad de 180.000 es imposible” comenta un habitante de San Sebastián. Existen aprehensiones ante lo difícil que puede ser la gestión de este sistema en una ciudad de mayor tamaño y lo complejo que puede llegar a ser el tener problemas con el retiro de la basura domiciliaria.
“La labor más importante es la de continuar educando a la población” recalca el alcalde. “Nuestro trabajo siempre será desde la educación”. Como cada contenedor está identificado, se puede ver si los vecinos están separando bien los residuos o ver qué ha ocurrido si es que no están depositando ninguno. En estos casos, siempre se les contacta para enseñarles a gestionar de mejor forma sus desechos, con resultados positivos.
“Nuestro desafío hoy en día es ver cómo enseñar e incorporar a personas con orígenes diferentes a esta política de residuo cero” concluye Luis.
[1] Contrario a lo que muchas personas tienden a pensar, las plantas incineradoras son un problema medioambiental. Emiten una cantidad importante de contaminantes y liberan gases efecto invernadero a la atmósfera. Además, estas plantas requieren de residuos para funcionar, incentivando la innecesaria generación de éstos.